Tengo especial cariño a los vinos de Enate, es una cuestión romántica, recuerdos de celebraciones con vinos de esta bodega…por eso estando de turismo en Huesca elegimos esta bodega para hacer una visita.
No sólo los vinos de Enate no defraudan, su bodega tampoco. El diseño exterior de la bodega no es lo que más me gusta, pero al entrar es otra cosa. Nada más poner un pie en el interior huele a uva y alcohol, pero no a vino, no es como si se le hubieran caído a alguien 1000 botellas de vino, es un olor suave e impregnado en cada ladrillo, que te saluda y acompaña durante toda la visita.
Enate además es sorprendente, ya que uno siempre espera en este tipo de sitios que sean lúgubres, antiguos y mohosos, pero no es nada de eso, es todo lo contrario. Elegante, aséptica y muy cuidada que comineza bien desde el principio: un hall super luminoso te recibe igual de luminoso que la sonrisa de la persona que te va a contar la historia de estas paredes, Inés. Un encanto de persona, apasionada y profesional, que te hace llegar al corazón la historia de la familia.
Una familia española que volvió de México hace sólo 20 años y que se hicieron un hueco en a zona de Somontano, a base de esfuerzo consiguieron comprar cepas en el pueblo de Enate, aunque la bodega se encuentra a unos Km de allí, por eso decidieron llamar a sus vinos con el nombre del pueblo que les permitió comenzar su sueño.
Poco a poco y a medida que aumentaba la producción las hectáreas de viñedos también crecían, permitiéndoles unas vistas desde uno de sus ventanales espectaculares de las tierras que dan nombre a toda una Denominación de Origen, Somontano.
Casi toda su producción es de vinos tintos, aunque también hacen rosados, blancos y un nuevo vino dulce exquisito.
Hay varias cosas que me gustan de esta bodega, pero no se en qué orden…los vinos: uvas vendimiadas a mano en su mayoría: cabernet sauvignon, merlot, tempranillo, shyrah, chardonnay y una uva alemana riquísima, que da trabajo a las mismas cuadrillas cada año.
Su proceso de elaboración: fermentación y crianza en barricas de roble francés y americano sumamente cuidado, da como resultado unos vinos fáciles de beber pero con carácter.
Su estrecha relación con el arte: etiquetas muy cuidadas y encargadas al principio, sobre todo a artistas de Aragón, pero que debido a su gran éxito, han hecho colecciones con artistas de sobra conocidos como Tàpies o Chillida y no sólo eso, si no que todas las colecciones de etiquetas, se guardan con orgullo en una sala de exposiciones.
Un cementerio de vinos de todas las cosechas: se guardan unas botellas como muestra de cada año, pero no porque no se vendieran, sino porque no se quisieron vender y no se venderán. Se conservan todas juntas, silenciosas, con especial admiración y mimo, a temperatura perfecta y en silencio.
Una guardería de vinos, donde te conservan tus vinos Enate en las mejores condiciones.
Un ambiente que transmite calma que te hace sentir muy a gusto durante toda la visita, tanto que al final te llevarías muchas más botellas de las que puedes comprar. (Por lo menos en mi caso)
Y para terminar ¿qué mejor maridaje para un buen vino que un buen queso?
Mejor un queso de la zona, en Radiquero, queso con fuerza y solera para acompañar estos deliciosos vinos y que todo quede en casa.
¿Donde está?